Xavier Vidal-Folch: "Encargar una auditoria externa sobre las cuentas del partido es algo, pero quizá no sea muy sustancial"

Madrid

Ni cuestión de confianza del presidente, ni moción de censura de la oposición. Ante el escándalo judicial de presunta corrupción del número 3 del PSOE, Santos Cerdán, ¿es suficiente la reacción del secretario general y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez? ¿Y la del jefe del PP, Alberto Núñez Feijóo? Vamos por pasos:

Uno, pedir perdón por la gestión de presuntas mordidas de su secretario de organización es lógico, está bien, pero era obligado. Dos, exigir la dimisión de Cerdán era adecuado, pero también indispensable. Hasta aquí, Sánchez solo cumple lo que impone todo manual de conducta decente.

Pero le ha añadido otras medidas. La tercera, encargar una auditoria externa sobre las cuentas del partido, adicional a los exámenes del Tribunal de Cuentas: es algo, pero quizá no sea muy sustancial. Y cuarta, reestructurar la cúpula del partido: veremos hasta dónde esta es radical. Así que para evaluar este punto hay que esperar a su aplicación, el 4 de julio. Todo, junto, justito.

Sánchez intenta blindar al Gobierno y acotar el escándalo al partido. El actual Gobierno no esté implicado directamente, pero sí el que tenía a José Luis Ábalos de titular de Fomento: claro que este está en manos de la Justicia. En todo caso, convendría que la promesa de estabilidad política del presidente, se acreditase con otras medidas: con una moción de confianza, o con cambios en el Ejecutivo. O ambas cosas.

En cuanto a Feijóo, menos sorpresas. Línea más dura todavía contra la persona de su rival. Pero si toda la responsabilidad es del líder socialista, ¿por qué no presenta ya la moción de censura? Estas no siempre resultan victoriosas. Pero a veces pavimentan el cambio que la oposición dice desear.