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Ignacio Aranguren: una vida entera dedicada al teatro y la enseñanza

El Max Social reconoce en Pamplona la trayectoria de Aranguren y Vicente Galbete, referentes del teatro escolar

Ignacio Aranguren, un docente volcado en la formación teatral

Ignacio Aranguren, un docente volcado en la formación teatral

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Pamplona

Ignacio Aranguren no es solo un nombre ligado al teatro escolar en Navarra. Es, sobre todo, un educador apasionado, un filólogo que convirtió las aulas en escenarios y la literatura en experiencia vital. Este pasado lunes por la noche, en una emotiva gala celebrada en el Teatro Gayarre de Pamplona, Aranguren recibió el Premio Max Social, un reconocimiento a décadas de entrega a la enseñanza y al arte dramático. Junto a él, también fue galardonado su amigo y compañero de vocación, Vicente Galbete, otro referente del teatro en las aulas.

“Estoy que no estoy estando”, decía Aranguren en una entrevista en La Ventana de Navarra, aún emocionado por el aluvión de cariño recibido. “Entre los medios, los vecinos… hasta los que no sabían que hacía teatro me paran por la calle”, contaba entre risas. Y es que su labor, aunque discreta, ha dejado una huella profunda en generaciones de estudiantes.

Un aula convertida en escenario

Aranguren comenzó su andadura docente en 1978, en el Instituto Navarro Villoslada de Pamplona, donde impartía Lengua y Literatura. Desde el principio, el teatro fue su herramienta pedagógica más poderosa. “Creé un grupo de teatro que me ha acompañado hasta mi jubilación”, recordaba. A través de los clásicos —desde Tartufo de Molière hasta Luces de Bohemia de Valle-Inclán—, enseñó a sus alumnos no solo a interpretar, sino a pensar, a sentir, a mirar la vida con otros ojos.

El teatro, para Aranguren, no era una actividad extraescolar, sino una forma de vivir la literatura. “Mis alumnos decían que cuando explicaba teatro era distinto, usaba otras armas”, confesaba. Y es que su pasión era contagiosa. Ensayos, montaje de luces, colocación de cortinas… todo formaba parte del aprendizaje. “Cada hora en el taller valía por sí misma”, expresa con orgullo.

El teatro no se acaba

Aunque jubilado, Aranguren insiste en que este premio no es un punto final. “Puede que lo sea para el teatro escolar, pero no para el teatro. Aranguren no se concibe sin el teatro”, afirma con rotundidad de sí mismo. Continúa impartiendo talleres y cursillos, y mantiene viva la llama de la escena.

El Teatro Gayarre, donde se celebró la gala, tiene para él un valor simbólico. Allí vio su primera obra, allí actuó con sus alumnos, incluso alquilando el espacio como si fueran una compañía profesional. “Actuar en el Gayarre no es difícil, lo difícil es llenarlo”, decía con humor.

Un premio compartido

El Max Social también ha reconocido la trayectoria de Vicente Galbete, otro docente que, como Aranguren, hizo del teatro una herramienta educativa. Ambos han sido pilares del teatro escolar en Navarra

En su discurso, Aranguren recordó a los más de 800 alumnos con los que ha trabajado, a los que les enseñó a amar la literatura desde dentro, viviéndola. “El acceso vivencial a la literatura frente al acceso formal”, como él mismo lo define.

El Max Social no solo premia una trayectoria, sino una forma de entender la enseñanza, el arte y la vida. Y en el caso de Ignacio Aranguren, todas ellas están profundamente entrelazadas.

 

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